Pensando en el pasado. Hace miles de años, cuando los cavernarios se sentaban alrededor de las fogatas a observar el universo justo encima de sus cabezas. Poco a poco su imaginación compasiva los guiaba a descifrar el mundo. Escuchando a los fantasmas que vivían en los ojos hermosos de animales ocultos, hambrientos y ancestrales. El fuego danzando su danza tortuosa en asombrosa sincronía con nuestros huesos.
Necesitan comunicarse desde estrellas fragmentarias, con sus cabezas tortuosas y pesadas. Entonces revelaron la Pirámide del Sueño, deslizándose mientras dormimos por nuestras venas cariñosas, hasta el núcleo de nuestros músculos.
Necesitan decirles a nuestros nudillos audaces y salvajes la fuerza de soñar.
Estamos buscando ( en una noche clara ) la belleza de los sueños. Excavando posos triangulares en nuestro cráneo, nuestros ojos los buscan como paquidermos destrozados: no podemos dejarlos ir.
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Absorbemos su admirable adivinación y estrujamos su polvo estelar a nuestro esqueleto.
Tomamos la ira y la instalamos en nuestro corazón maldito.
Llenamos nuestra cabeza de tornillos oxidados. Los sentimos chocar unos contra otros intentando emerger una nueva forma de pensar.
Mantenemos en nuestro interior un cosmos con zarcillos de oscuridad creciendo con amor y esperanza.
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